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  • Teología del amor

53. El amor que vence porque ora

Actualizado: 17 nov 2019

En el Cantar de los Cantares, puse de relieve cómo el signo sacramental del matrimonio se constituye sobre la base del «lenguaje del cuerpo» que el hombre y la mujer expresan con la verdad que les es propia. En el relato de los esponsales de Tobías con Sara se encuentra, además de la expresión «hermana» -por la que parece que en el amor nupcial está arraigada una índole fraterna- otra expresión que es también análoga a la del Cantar. Como recordaréis, en el dúo de los esposos, el amor que se declaran mutuamente, es «fuerte como la muerte» (Cant 8, 6). En el libro de Tobías encontramos la frase que, al decir que él amó a Sara «y se le apegó su corazón» (Tob 6, 19), presenta una situación que confirma la verdad de las palabras sobre el amor «fuerte como la muerte».


Para entender mejor, hay que ir a algunos detalles. Leemos allí que Sara con anterioridad había «sido dada a siete maridos» (Tob 6, 13), pero todos murieron antes de unirse a ella. Esto había acaecido por obra del espíritu maligno y también el joven Tobías tenía razones para temer una muerte análoga. Si el amor se muestra fuerte como la muerte, esto sucede sobre todo en el sentido de que Tobías y, juntamente con él, Sara van sin titubear hacia esta prueba. Pero en esta prueba de la vida y de la muerte vence la vida, porque, durante la prueba de la primera noche de bodas, el amor, sostenido por la oración, se manifiesta más fuerte que la muerte.


Esta prueba de la vida y de la muerte tiene también otro significado, ellos, al unirse como marido y mujer, se hallan en la situación en que las fuerzas del bien y del mal se combaten y se miden recíprocamente. La verdad y la fuerza del amor se manifiestan en la capacidad de ponerse entre las fuerzas del bien y del mal, que combaten en el hombre y en torno a él, porque el amor tiene confianza en la victoria del bien y está dispuesto a hacer todo, a fin de que el bien venza. El «lenguaje del cuerpo», aquí, parece usar las palabras de las opciones y de los actos que brotan del amor, que vence porque ora. La oración de Tobías (Tob 8, 5-8), que es, ante todo, plegaria de alabanza y de acción de gracias, luego de súplica, coloca el «lenguaje del cuerpo» invadido, no tanto por la fuerza emotiva de la experiencia, cuanto por la profundidad y gravedad de la verdad de la existencia misma. El «lenguaje del cuerpo» se convierte en el lenguaje de los ministros del sacramento, conscientes de que su pacto conyugal es la imagen de la Alianza de Dios con el hombre, con el género humano, de esa alianza que nace del Amor eterno.


Se puede admitir (basándose en el contexto) que ellos tienen ante los ojos la perspectiva de perseverar en la comunión hasta el fin de sus días, perspectiva que se abre ante ellos con la prueba de la vida y de la muerte. Ven con la mirada de la fe la santidad de esta vocación, en la que a través de la unidad de los dos, deben responder a la llamada de Dios mismo, contenida en el misterio del Principio. Y por esto piden: «Ten misericordia de mí y de ella».


Los esposos del Cantar de los Cantares declaran mutuamente, con palabras fogosas, su amor humano. Los nuevos esposos del libro de Tobías piden a Dios saber responder al amor. Uno y otro encuentran su puesto en lo que constituye el signo sacramental del matrimonio. Uno y otro participan en la formación de este signo. Se puede decir que a través de uno y otro el «lenguaje del cuerpo», releído tanto en la dimensión subjetiva de la verdad de los corazones humanos, como en la dimensión «objetiva» de la verdad del vivir en la comunión, se convierte en la lengua de la liturgia.


Fuente: Tomado de Teología del Cuerpo de Juan Pablo II


Reflexión: ¿Qué importancia le damos a la oración en nuestra vida conyugal o en la preparación para la misma?

Texto preparado y distribuido por los esposos Maria Carolina Ochoa y Germán Gutiérrez














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