top of page
Buscar
  • Teología del amor

50. Llamados a retornar

Actualizado: 17 nov 2019

El hombre -varón o mujer- no sólo habla con el lenguaje del cuerpo, sino que en cierto sentido permite al cuerpo hablar «por él». Es obvio que el cuerpo, como tal, no «habla», sino que habla el hombre, releyendo lo que exige ser expresado, más aún, basándose en lo que el hombre puede expresar únicamente por medio del cuerpo. Los cuerpos de los esposos hablarán «por» y «de parte de» cada uno de ellos. Puesto que al lenguaje corresponde un conjunto de significados, los esposos -a través de su conducta y comportamiento, a través de sus acciones y expresiones («expresiones de ternura»: cf. Gaudium et spes, 49)- están llamados a convertirse en los autores de estos significados del «lenguaje del cuerpo», por el cual se construyen y profundizan continuamente el amor, la fidelidad, la honestidad conyugal y esa unión que permanece indisoluble hasta la muerte.


Hay un vínculo orgánico entre el releer en la verdad el significado integral del «lenguaje del cuerpo» y el consiguiente empleo de ese lenguaje en la vida conyugal. Si el ser en el matrimonio (e indirectamente también en todos los sectores de la convivencia mutua) confiere a su comportamiento un significado conforme a la verdad fundamental del lenguaje del cuerpo, entonces también él mismo «está en la verdad». A través del matrimonio como sacramento de la Iglesia, el hombre y la mujer están llamados de modo explícito a dar -sirviéndose correctamente del «lenguaje del cuerpo»- el testimonio del amor nupcial y procreador, testimonio digno de «verdaderos profetas».

Aunque el hombre, a pesar del signo sacramental del matrimonio, permanezca siendo naturalmente el «hombre de la concupiscencia», es a la vez, el hombre de la «llamada». Es «llamado» a través del misterio de la redención del cuerpo. Si la concupiscencia de por sí engendra múltiples «errores» y juntamente con esto engendra incluso el «pecado», el mal moral, contrario a la virtud de la castidad (tanto conyugal como extraconyugal), sin embargo, en el ámbito del ethos de la redención queda siempre la posibilidad de pasar del «error» a la «verdad», como también la posibilidad de retorno, o sea, de conversión, del pecado a la castidad, como expresión de una vida según el Espíritu (cf. Gál 5, 16). Es el hombre de la concupiscencia, pero no está completamente determinado por la libido. En tal caso -dentro del ámbito del lenguaje del cuerpo-, el hombre estaría condenado, en cierto sentido, a falsificaciones esenciales ya que no expresaría la verdad (o la falsedad) del amor nupcial y de la comunión de las personas, aun cuando pensase manifestarla.


*El hombre -varón y mujer- como ministro del sacramento, autor (co-autor) del signo sacramental, es sujeto consciente y capaz de autodeterminación. Sólo sobre esta base puede ser el autor del «lenguaje del cuerpo», puede ser también autor (co-autor) del matrimonio como signo: signo de la divina creación y «redención del cuerpo». *


Fuente: Tomado de Teología del Cuerpo de Juan Pablo II

Reflexión: ¿Creo que la redención de Cristo me permite realmente retornar a la verdad y a la castidad? ¿Soy consciente de mi capacidad de autodeterminación?

Texto preparado y distribuido por los esposos Maria Carolina Ochoa y Germán Gutiérrez














34 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page