El pasaje de la Carta a los Efesios (5, 22-23) no aparece aislado, sino que forma una continuación de los enunciados del Antiguo Testamento, que presentaban el amor de Dios-Yahvé al pueblo-Israel, elegido por El, según la misma analogÃa. En la base de los enunciados de los Profetas está la convicción explÃcita de que el amor de Yahvé al pueblo elegido puede y debe ser comparado con el amor que debe unir a los cónyuges.
En IsaÃas, Oseas y Ezequiel, el Dios de la Alianza-Jahvé es representado frecuentemente como Esposo, y el amor con que se ha unido a Israel puede y debe identificarse con el amor esponsal de los cónyuges. Si por una parte, IsaÃas se presenta en sus textos tratando de poner de relieve sobre todo el amor del Jahvé-Esposo, que, en cualquier circunstancia, va al encuentro de su Esposa superando todas sus infidelidades, por otra parte Oseas y Ezequiel abundan en parangones que esclarecen sobre todo la fealdad y el mal moral del adulterio cometido por la Esposa-Israel. Oseas se preocupa de revelarnos que la traición del pueblo es parecida a la traición conyugal, aún más, al adulterio practicado como prostitución: «Ve y toma por mujer a una prostituta y engendra hijos de prostitución, pues que se prostituye la tierra, apartándose de Yahvé» (Os 1, 2). Por su parte, Yahvé no cesa de buscar a su esposa, no se cansa de esperar su conversión y su retorno, confirmando esta actitud con las palabras y las acciones del Profeta: «Entonces, dice Yahvé, me llamará ‘mi marido’, no me llamará baalÃ... Seré tu esposo para siempre, y te desposaré conmigo en justicia, en juicio, en misericordia y piedades, y yo seré tu esposo en fidelidad, y tu reconocerás a Yahvé» (Os 2, 18. 21-22). Dios Yahvé realiza por amor la alianza con Israel -sin mérito suyo-, se convierte para él como el esposo y cónyuge más afectuoso. En muchos textos del Antiguo Testamento, la monogamia aparece como la única y justa analogÃa del monoteÃsmo entendido en las categorÃas de la Alianza, es decir, de la fidelidad y de la entrega al único y verdadero Dios-Yahvé: Esposo de Israel.
Regresando a IsaÃas, en cierto sentido, él nos lleva en la misma dirección en que nos llevará, después de muchos siglos, el autor de la Carta a los Efesios, que -basándose en la redención realizada ya en Cristo- descubrirá mucho más plenamente la profundidad del mismo misterio. «Nada temas, que no serás confundida no te avergüences, que no serás afrentada…Porque tu marido es tu Hacedor, que se llama Yahvé Sebaot, y tu Redentor es el Santo de Israel, que es el Dios del mundo todo. (Is 54, 4-5). En ese texto el mismo Dios, con toda la majestad de Creador y Señor de la creación, es llamado explÃcitamente «esposo». Además, el Señor se llama a sà mismo no solo «creador», sino también «redentor». Asà pues, San Pablo, al escribir la Carta al Pueblo de Dios de la Nueva Alianza no repetirá más: «Tu marido es tu Hacedor», sino que mostrará de qué modo el «Redentor» revela su amor salvÃfico que consiste en la entrega de sà mismo por la Iglesia como amor nupcial con el que desposa a la Iglesia y la hace su propio Cuerpo.
En el texto de IsaÃas este misterio apenas está delineado, como «semioculto»; en cambio, en la Carta a los Efesios está plenamente develado (sin dejar de ser misterio). En la Carta a los Efesios es explÃcitamente distinta la dimensión eterna del misterio en cuanto escondido en Dios («Padre de nuestro Señor Jesucristo») y la dimensión de su realización histórica, según su dimensión cristológica y, a la vez, eclesiológica. La analogÃa del matrimonio se refiere sobre todo a la segunda dimensión.
Fuente: Tomado de TeologÃa del Cuerpo de Juan Pablo II
Reflexión: ¿Qué me dice sobre el sacramento del matrimonio el hecho que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se haya utilizado la analogÃa del amor nupcial para expresar el amor de Dios por el hombre? ¿Vivo el amor a mi cónyuge de forma que pueda ser «comparable» con el amor de Dios hacia mÃ?
Texto preparado y distribuido por los esposos Maria Carolina Ochoa y Germán Gutiérrez