top of page
Buscar
  • Teología del amor

34. El llamado a la instauración del reino de Dios en la tierra

Cristo predicaba el «reino de los cielos», es decir, el «reino de Dios» en su instauración temporal y al mismo tiempo, lo pronosticaba en su cumplimiento escatológico. La instauración temporal del reino de Dios es, a la vez, su inauguración y su preparación para el cumplimiento definitivo. Si llama a algunos a la continencia «por el reino de los cielos», se deduce del contenido de esa expresión, que los llama a participar de modo singular en la instauración del reino de Dios sobre la tierra. La renuncia al matrimonio y a una familia propia se deriva del convencimiento de que, así, es posible contribuir mucho más al reino de Dios en su dimensión terrena con la perspectiva del cumplimiento escatológico.

Al hablar de los que han elegido conscientemente el celibato o la virginidad por el reino de los cielos Cristo pone de relieve -al menos de modo indirecto- que esta opción, en la vida terrena, va unida a una renuncia - vista en categorías de temporalidad- y también a un determinado esfuerzo espiritual. Pero es propio del corazón humano aceptar exigencias, incluso difíciles, en nombre del amor por un ideal y sobre todo en nombre del amor hacia la persona.* La continencia «por el reino de los cielos» ha venido a ser en la experiencia de los seguidores de Cristo el acto de una respuesta particular al amor del Esposo Divino, y, por esto, ha adquirido el significado de un acto de amor esponsalicio: esto es, de una donación esponsalicia de sí, para corresponder de modo especial al amor esponsalicio del Redentor; una donación de sí entendida como renuncia, pero hecha, sobre todo, por amor. La continencia «por el reino de los cielos» lleva sobre todo la impronta de la semejanza con Cristo, que, en la obra de la redención, hizo El mismo esta opción «por el reino de los cielos». *

La mentalidad contemporánea está habituada a referirse al instinto sexual, transfiriendo al terreno de la realidad humana lo que es propio del mundo de los animales. La aplicación del concepto de «instinto sexual» al ser humano limita, sin embargo, grandemente y, en cierto sentido «empequeñece» lo que es la masculinidad-feminidad del ser humano y aquello, en virtud de lo cual, el hombre y la mujer, se unen de manera que llegan a ser una sola carne (Gen 2, 24). En la base de la llamada de Cristo a la continencia está no sólo el «instinto sexual», como categoría de una necesidad, diría, naturalística, sino también la conciencia de la libertad del don, que está orgánicamente vinculada con la profunda y madura conciencia del significado esponsalicio del cuerpo.

El hombre se encuentra plenamente a sí mismo a través de un don sincero de sí y por esto es capaz de elegir la donación de sí mismo, hecha a otra persona en el pacto conyugal, y también es capaz de renunciar libremente a esta donación de manera que, al elegir la continencia «por el reino de los cielos», pueda donarse a sí mismo totalmente a Cristo. *El que, según las palabras de Cristo, «comprende» de modo adecuado la llamada a la continencia por el reino de los cielos, es capaz de descubrir una nueva e incluso aún más plena forma de comunión con los otros al convertirse en «don sincero para los demás». *

El significado esponsalicio del cuerpo puede plasmarse en el amor que compromete al hombre, en el matrimonio para toda la vida (Mt 19, 3-10), pero puede plasmarse también en el amor que compromete al hombre para toda la vida en la continencia «por el reino de los cielos» (Mt 19, 11-12). Estas dos dimensiones, de la vocación humana no se oponen entre sí, sino que se complementan. Ambas dan respuesta plena a uno de los interrogantes fundamentales del hombre: el interrogante sobre el significado del «ser cuerpo», es decir, sobre el significado de la masculinidad y feminidad, de ser «en el cuerpo» un hombre o una mujer. La llamada de Cristo a la continencia «por el reino de los cielos», justamente asociada a la evocación de la resurrección futura (cfr. Mt 21, 24-30; Mc 12, 18-27; Lc 20, 27-40), tiene un significado capital no sólo para el ethos y la espiritualidad cristiana, sino también para la antropología y para toda la teología del cuerpo, que descubrimos en sus bases.


Fuente: Tomado de Teología del Cuerpo de Juan Pablo II


Reflexión: ¿Creemos en la sexualidad como algo que va mucho más allá de lo instintivo, es decir, vemos la renuncia y la libertad del don como algo realmente posible?


Texto preparado y distribuido por los esposos Maria Carolina Ochoa y Germán Gutiérrez





29 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page