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  • Teología del amor

25. El cuerpo como manifestación del espíritu

Todo el desarrollo de la ciencia contemporánea respecto al cuerpo como organismo, está basado sobre la separación de lo que en el hombre es corpóreo, de lo que es espiritual. Desde esta óptica el hombre deja de identificarse con el propio cuerpo y no le es difícil tratarlo, como objeto de manipulación ya que se le priva del significado y de la dignidad que se derivan de tener conciencia del cuerpo como signo de la persona, como manifestación del espíritu. En otras palabras, el conocimiento puramente «biológico» de las funciones del cuerpo relacionadas con la masculinidad y feminidad de la persona humana, es capaz de ayudar a descubrir el auténtico significado esponsalicio del cuerpo, solamente si va unido a una adecuada madurez espiritual de la persona humana.


En la primera Carta a los Corintios Pablo expone allí su gran doctrina eclesiológica, según la cual, la Iglesia es Cuerpo de Cristo: Dios dispuso el cuerpo dando mayor decencia al que carecía de ella, a fin de que no hubiera escisiones en el cuerpo, antes todos los miembros se preocupen por igual unos de otros» (1 Cor 12, 22-25). Aunque el tema propio del texto en cuestión sea la teología de la Iglesia como Cuerpo de Cristo, contribuye, a la vez, a profundizar en la teología del cuerpo. Mientras en la primera Carta a los Tesalonicenses Pablo escribe acerca del mantenimiento del cuerpo «en santidad y respeto», en el pasaje que acabamos de citar de la primera Carta a los Corintios quiere mostrar a este cuerpo humano precisamente como digno de respeto. No se trata sólo del cuerpo (entendido coma organismo, en el sentido «somático)» sino del hombre que se expresa a sí mismo por medio de ese cuerpo, y en este sentido «es» ese cuerpo. La descripción paulina del cuerpo corresponde precisamente a la actitud espiritual de «respeto» hacia el cuerpo humano, debido a la «santidad» (1 Tes 4, 3-5, 7-8) que surge de los misterios de la creación y de la redención.

En las expresiones de Pablo acerca de los «miembros menos decentes» del cuerpo humano, nos parece encontrar el testimonio de la misma vergüenza que experimentaron los primeros seres humanos, varón y mujer, después del pecado original. «A los que parecen más viles los rodeamos de mayor respeto, y a los que tenemos por menos decentes los tratamos con mayor decencia» (1 Cor 12, 33). Así, pues, se puede decir que de la vergüenza nace precisamente el «respeto» por el propio cuerpo: respeto, cuyo mantenimiento pide Pablo en la primera Carta a los Tesalonicenses (4, 4). Ese «respeto», sobre todo, en el ámbito de las relaciones y comportamientos humanos es importante tanto respecto al «propio» cuerpo, como evidentemente también en las relaciones recíprocas.


Fuente: Tomado de Teología del Cuerpo de Juan Pablo II


Reflexión: ¿Qué significa la frase «el hombre que se expresa a sí mismo por medio de ese cuerpo, y en este sentido «es» ese cuerpo»? ¿Por qué decimos que la iglesia es cuerpo de Cristo? ¿Quiénes conforman la iglesia?


Texto preparado y distribuido por los esposos Maria Carolina Ochoa y Germán Gutiérrez





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